Los suelos son variados, desde los pizarrosos, poco profundos, pasando por los graníticos, más ricos en arena, hasta los que se asientan sobre sedimentos y terrazas, donde abundan los cantos rodados.
En esta diversidad de terrenos se aprecian, fundamentalmente, dos vinos monovarietales. El más emblemático, el blanco de Godello, es de fino aroma afrutado, color amarillo, dorado o pajizo, y buena estructura en boca, con una graduación alcohólica media de 12,5º. En tintos destacan los elaborados con Mencía, de intenso color púrpura y elegante aroma afrutado, ligeros y sabrosos, con buen equilibrio alcohol-acidez, apetitosos y de retrogusto intenso y prolongado.
Las variedades de castas autorizadas son: Para los blancos, con preferencia, el Godello, y además, Dona Branca y Palomino o Jerez. Para los tintos, preferentemente, el Mencía y Sousón, aunque también Brancellao, Merenzao o María Ardoña, Negreda, Garnacha Tintorera, Alicante, Tempranillo y Grao Negro